miércoles, 16 de diciembre de 2009

INICIO en Jesús-Cristo


Una propuesta para iniciar o profundizar la vida cristiana centrada en el descubrimiento de Jesús-Cristo



fragmentos tomados de:
PAGOLA, J. A., «Epílogo» en Id., Jesús, Aproximación histórica, Madrid, PPC, 82008, p. 463-470.

“Cualquier persona que se acerca con interés y honestidad a la figura de Jesús, se encuentra enfrentado a esta pregunta: «¿Quién es Jesús?». La respuesta solo puede ser personal. Soy yo quien tengo que responder. Se me pregunta qué digo yo, no qué dicen los concilios que han formulado los grandes dogmas cristológicos, no qué explican los teólogos ni a qué conclusiones llegan hoy los exegetas e investigadores de Jesús.” (p. 463)

“Se me hace difícil alimentar mi fe solo de doctrina. No creo que los cristianos podamos vivir hoy motivados solo por un conjunto de verdades acerca de Cristo. Necesitamos el contacto vivo con su persona: conocer mejor a Jesús y sintonizar vitalmente con él.” (p. 464)

“¿No ha llegado la hora de promover esa tarea apasionante de «aprender», a partir de Jesús, quién es Dios, cómo es, cómo nos siente, cómo nos busca, qué quiere para los humanos? En más de una ocasión, al estudiar cómo era Jesús, me he sorprendido a mí mismo con este pensamiento: así se preocupa Dios de las personas, así mira a los que sufren, así busca a los perdidos, así bendice a los pequeños, así acoge, así comprende, así perdona, así ama.” (p. 465)

El seguimiento a Jesús es lo único que nos hace cristianos.(p. 467)
“Creer en lo qué él creyó; vivir lo que él vivió; dar importancia a lo que él se la daba; interesarse por lo que él se interesó; tratar a las personas como él las trató; mirar la vida como la miraba él; orar como él oró; contagiar esperanza como la contagiaba él.” (p. 466)


“¿Hay algo que pueda ofrecer al ser humano un fundamento definitivo para la esperanza? Si todo acaba en la muerte, ¿quién nos puede consolar? Los seguidores de Jesús nos atrevemos a esperar la respuesta definitiva de Dios allí donde Jesús la encontró: más allá de la muerte.” (p. 469)