“Yo también estuve aquí, en la Misión, hace 10 años”, exclamo el p. Silviano Calderón c.m., visitador provincial de la Congregación de la Misión en México, mientras misioneros y feligreses de la comunidad de la parroquia del Señor Jesús nos íbamos reuniendo para recibir unas palabras de bienvenida por parte del párroco, el P. Miguel Flores c.m. y algunos representantes de los sectores parroquiales. Enseguida, realizamos una breve procesión hacia el templo, donde celebraríamos la Misa de apertura de la Misión. Sin embargo, ya que el Arzobispo de Chihuahua estaba previsto para presidir la Eucaristía, ese domingo 05 de julio, y como no le fue posible asistir a ella, la Misa no se inicio tan enseguida.
Luego de un rato de espera y suspenso, se dio inicio a la Misa de apertura de la Misión, presidida por el p. Silviano. Hubo procesión solemne, una predicación alentadora para aprovechar al máximo la Misión y el rito de envío de los misioneros. Posteriormente, se dio a conocer la distribución de los misioneros quedando de la siguiente manera: parroquia, seminarista César Lara c.m. y p. Manuel González c.m.; capilla Santa Cruz, Laura García, seminarista Erick Fernando y el diácono Jaime Reyes c.m.; capilla San Judas Tadeo, seminarista Vicente Hernández y p. Ernesto Arturo c.m.; capilla Medalla Milagrosa, seminarista Pedro Zaragoza c.m., aspirante a hermano Leonel Azouz y p. Roberto Perea c.m.; capilla Nuestra Señora de los Ángeles, Lorena Serrano, seminarista César Cruz c.m. y p. Silvestre Sánchez c.m.. Cada sector se llevó a sus correspondientes misioneros para darles alojamiento y ultimar detalles con ellos.
Al día siguiente, lunes 06 de julio, y después de los respectivos rosarios de aurora en cada sector, se llevo a cabo una reunión con los misioneros. Los objetivos de la reunión fueron: distribuir el material de trabajo y la planeación por comisiones de las actividades en común para los sectores misionados: vía crucis, jornada juvenil, misa y festival infantil, paseo del equipo misionero, misa de enfermos, día eucarístico, día penitencial, acto mariano y misa de clausura. El trabajo fue, si no minucioso, al menos detallado.
Mientras los días trascurrían, el anuncio de Jesucristo y del Reino de Dios se llevo a cabo mediante palabras, obras y actitudes; y se realizó tanto a niños como a jóvenes, a adultos y, por supuesto, a los enfermos y más alejados.
El viernes 10 de julio, misioneros y miembros de los diversos sectores nos dimos cita en la Capilla de Nuestra Señora de los Ángeles, el motivo, hacer el recorrido del Vía Crucis y meditar el misterio de nuestra salvación. Cada sector se presento con vestimentas del color que fue designado para distinguir a unos de otros. Nuestra procesión parecía un arcoiris viviente. Quien estuvo a cargo de coordinar este evento fue el P. Manuel González c.m. Un coro de la Parroquia amenizo el recorrido con sus cantos. Por su parte, los representantes de cada sector rezaban las estaciones que les correspondían y agradecían a las familias que habían preparado el altar al frente de su casa y recibían a la comunidad peregrina. La cruz fue llevada de estación en estación por una gran variedad de miembros de la comunidad. Entre tanto el seminarista César Cruz se dedicaba a invitar a los habitantes con un altavoz, por medio del cual exhortaba a participar tanto en el Vía Crucis como en las demás actividades de la Misión. Después de casi tres horas de recorrido, siendo más de las 8:00 pm, por fin concluimos y cada cual partió a continuar con sus actividades cotidianas.
Sábado 11 de julio, un vez más la cita fue en la Capilla de Nuestra Señora de los Ángeles. Pero, en esta ocasión, los protagonistas de las actividades fueron los jóvenes de todos y cada uno de los sectores. Poco a poco comenzamos a tener una asistencia que, alcanzo el centenar de personas. Iniciamos con algunas dinámicas de integración que prendieron los ánimos juveniles. Posteriormente, se proyecto la película de “August Rush, escucha tu destino”, con la que se reflexiono en torno a la escucha, el respeto, los conflictos típicos de la juventud y la posibilidad de una vida diferente y mejor. Luego, vino la mini olimpiada que se inauguro con mucha solemnidad y entusiasmo de parte de todos los presentes. Las disciplinas que solicitaron el desgaste físico, pero pusieron las emociones en elevados niveles, fueron: carreras, futbol, basquetbol y lanzamiento de bala (bueno, en realidad sólo llego a ser de piedra). Para finalizar, una cena permitió celebrar los triunfos y la convivencia de los competidores. Claro, el mejor trofeo fue poder conocer a oros jóvenes en búsqueda de algo mejor para sus vidas.
La misa dominical, del 12 de julio, en la Capilla de San Judas Tadeo fue con un enfoque infantil. Los niños de todos los sectores estuvieron presentes… a excepción de los de nuestra Señora de lo Ángeles. Procesión solemne de entrada, una homilía sobre los valores del Reino de Dios y los antivalores del mundo, varios cantos de animación, y toda la alegría que los niños desbordan con su temprana edad, fueron algunas de las cosas que nos permitieron vivir este encuentro con Jesucristo y su Iglesia. Lo que siguió fue un festival infantil en un salón de eventos cercano a la capilla. Cada sector presento un himno, una porra y también hizo una representación con respecto a los valores del Reino. Los niños estuvieron encantados y los no tan niños, ya ni se diga. Cerca de la una de la tarde se agradeció la presencia y participación de los niños de los sectores y cada quien se retiro para sus casas.
El día miércoles 15 de julio, cada sector se encargo de organizar una misa, en sus respectivas capillas, para los enfermos de su comunidad. Ungirlos, animarlos y hacerles sentirse integrados a la comunidad eran los objetivos de esta celebración. Al siguiente día, jueves 16, la invitación fue también para cada sector en particular y con la finalidad de propiciar un encuentro con Jesucristo Eucaristía. Algunos sectores tuvieron una Misa especial, procesión con el Santísimo Sacramento y su respectiva hora de oración y adoración que, concluyo con una bendición especial con el Santísimo. Tanto la celebración con enfermos como el tiempo especial de encuentro con Jesucristo eucaristía, reforzaron la conciencia del “Dios con nosotros”, del infinito amor creativo de Dios y de la necesidad que tenemos de corresponder a tan grande amor.
Llegado el día sábado 18 de julio, y en las primeras horas del día, tuvimos nuevamente la oportunidad de ver reunidos a todos los sectores, esta vez en la capilla de la Virgen de la Medalla Milagrosa. Con las coloridas vestimentas, representativas de cada sector, era posible identificar un rosario misionero ofrecido a nuestra mamá del cielo, la Virgen María, por el éxito de la Misión y por todas y cada una de nuestras necesidades particulares. Cada capilla coordino el rezo de uno de los misterios gloriosos. Al término de cada misterio se dedicaba un canto, una porra y una ofrenda a nuestra Virgen Madre, mismos que cada sector había preparado con anticipación. También estuvo presente la danza de veneración que ofrecieron los “matachines” de la capilla de la Virgen de la Medalla Milagrosa. Al finalizar nuestros rezos, un rico café y algunos panes nos despedían afectuosamente.
El mismo sábado, pero ya por la tarde, cada capilla se encargo de celebrar con su respectiva comunidad una misa de renovación de votos matrimoniales y aprovecharla como evento de clausura de la Misión para su sector. Ambos momentos sirvieron para asumir que Dios quiere estar con nosotros, pero nos ha enviado para estar en compañía, en comunidad, es decir en Iglesia.
Todo lo que inicia debe terminar… o mejor dicho, no puede haber resurrección si no acontece la pasión y la muerte. Y es que, después de dos semanas de compartir la vida y la fe, tanto los misioneros como los integrantes de los sectores percibían en el ambiente de la misa de clausura una mezcla de sentimientos: alegría por lo vivido y descubierto, pero también tristeza, porque sus caminos tomaban cursos distintos; valentía por lo que el anuncio del Reino de Dios había suscitado, pero también temor, por los nuevos retos a los que habrán que enfrentarse para hacer vida ese Reino de Dios. Fue en medio de este océano de emotividades que, el p. Silviano Calderón c.m. presidió la misa de clausura y hacía hincapié en que la Misión no terminaba, sino comenzaba. Agradecía por la disposición que hubo de parte de todas las capillas, pero también hacía notar que la participación fue mínima, pues algunos habitantes de la parroquia ni siquiera se habían enterado de la Misión o comenzaban a hacerlo en los últimos días de ésta. En definitiva, el trabajo es mucho y los obreros pocos. Pero Dios proveerá, siempre lo hace. Nosotros hagamos lo que esté en nuestras manos y ofrezcámoslo a Dios.
Al finalizar la misa, algunos misioneros agradecieron públicamente a la comunidad por lo vivido en estos días y daban últimas recomendaciones a seguir colaborando en la construcción del Reino de Dios y de la Comunidad de la Parroquia del Señor Jesús. También se bendijeron las cruces de la Misión que, serán colocadas en cada capilla y en la parroquia como memorial de los compromisos adquiridos con este tiempo especial de Gracia que Dios nos ha concedido: “Todos somos Misioneros”
La convivencia de clausura no se hizo esperar y con ella cada cual volvía a lo cotidiano de su vida, pero ya no como había iniciado la Misión. Algo cambio en estos días, descubrimos que Dios sigue actuando y transformando vidas, y que nos invita a colaborar con Él, a seguir a Jesucristo evangelizador de los pobres. ¿Aceptas el reto?...
Erick Fernando